La obra maestra de GEORGES MÉLIÈS inspirada en Julio Verne y H.G. Wells

El cine, como hoy lo conocemos, nació como entretenimiento ligado profundamente a la literatura, justo en la transición entre los siglos XIX y XX. En 1897, los Lumière hacían su versión del Fausto de Goethe, siempre acotada, en tiempo y forma, a los recursos técnicos y artísticos que brindaba la novedosa proyección de “imágenes en movimiento”.

Pero fue el gran Georges Méliès quien antes de que finalizara el siglo XIX haría sus propias adaptaciones de obras de los Hermanos Grimm y del mismísimo Shakespeare, entre otros autores. Tras experimentar durante décadas con las posibilidades técnicas y dramáticas del cine, hasta alcanzar límites insospechados, en 1902 daría a conocer su obra más célebre.

Ese año, este ilusionista francés proyectó en París Le Voyage dans la Lune, o Viaje a la Luna, como se la conoce en español, revolucionando el que se conocería como “séptimo arte”. Una revolución del cine debida a la longitud inusitada de esta película, los altos estándares de producción y, sobre todo, sus efectos especiales y el énfasis narrativo, inusual hasta entonces.

Para el guion, coescrito con su hermano Gaston, Méliès se sirvió de dos novelas antes y entonces muy populares: De la Tierra a la Luna, de Julio Verne, y Los primeros hombres en la Luna, de H.G. Wells

De la Tierra a la Luna

Julio Verne publicó De la Tierra a la Luna, en forma seriada, entre el 14 de septiembre y el 14 de octubre de 1865, en la Revista de Debates Políticos y Literarios, de París. Dos semanas después de finalizada la serie, aparecerá en un solo volumen con el título De la Tierra a la Luna. Ruta directa en 97 horas.

Tras dar a conocer algunas obras teatrales de modesto éxito y publicar algunos relatos, Verne ya era entonces un autor más o menos considerado como precursor de la ciencia ficción y la novela de aventuras.

En 1863 había dado a imprenta el primero de sus sesenta Viajes Extraordinarios: Cinco semanas en globo, éxito arrollador que le permitió dedicarse exclusivamente a la literatura. Al año siguiente publicará la segunda obra de la misma colección: Viaje al centro de la Tierra, y en 1865 De la Tierra a la Luna, otro éxito editorial que terminó por consagrarlo entre público y crítica.

Se trata de una ficción científica o relato de ciencia ficción, como se la denominará más tarde, pero que al mismo satiriza el estereotipo estadounidense que predominaba en la Europa de entonces.

El argumento gira en torno a un grupo de entusiastas de la astronomía que, después del final de la Guerra Civil estadounidense, construyen un cañón en Florida para disparar una cápsula a la Luna. La historia avanza con los desafíos técnicos y financieros que enfrenta el grupo mientras diseñan la nave y se preparan para el lanzamiento, abordando las reacciones de la sociedad ante el proyecto. La nave “Columbiad” es lanzada con tres personajes a bordo, y la novela concluye en un final abierto o cliffhanger, ya que el destino final de los protagonistas no se termina de conocer acabadamente.

Los primeros hombres en la Luna

En Los primeros hombres en la Luna, H.G. Wells se sirve de una extraña sustancia, denominada “Cavorita”, con la capacidad de anular la gravedad, para alcanzar el satélite terrestre.

Publicada en 1901, el argumento de la novela se centra en dos personajes que construyen una esfera metálica llamada “Esfera de Cavor”, que utiliza la “Cavorita” como medio de propulsión. Llegan a la Luna y descubren un mundo subterráneo habitado por seres conocidos como “Selenitas”, que viven en una sociedad altamente organizada y extremadamente pacífica. Pero esa paz se rompe cuando los humanos introducen la violencia y el caos en la sociedad lunar, con lo cual Wells completa su metáfora sobre el influjo nocivo de imperialismo británico.

Sea por el medio inverosímil con que los personajes dan impulso a su nave o por el desarrollo mismo de la historia, esta obra no está a la altura de las anteriores de Wells, ni alcanza la precisión científica de Verne.

Antes de que finalizara el siglo XIX, el autor británico ya había dado a imprenta novelas más recordables, como La máquina del tiempo (en 1895), donde aborda la lucha de clases. También La isla del doctor Moreau y El hombre invisible, en los años subsiguientes, explorando los límites éticos de la ciencia, y La guerra de los mundos (en 1898), en la que vuelve sobre la cuestión imperialista.

Viaje a la Luna

Para realizar la primera película de ciencia ficción de la historia, Georges Méliès se basa entonces en ambas historias, pero sin acreditarlas, pues se trata de una versión libre…

En principio, recurre a la novela de Verne como medio verosímil para alcanzar el satélite terrestre, y a Wells para describir la eventual y catastrófica interacción entre los humanos y los “selenitas”. También se inspiró en la atracción “Un viaje a la Luna”, de la Exposición Panamericana que tuvo lugar Búfalo, Nueva York, en 1901, de la que el realizador francés tuvo noticias.

Estrenada en París el 1 de septiembre de 1902, Viaje a la Luna dura originalmente 14 minutos y 12 segundos, con música de fondo ejecutada en vivo durante su proyección.

La película es considerada unánimemente obra capital del francés, calificado desde entonces como “el mago del cine”, y ha tenido una influencia duradera en el desarrollo del cine del moderno, también como obra icónica de gran impacto cultural.

Reconocida por sus efectos especiales innovadores para la época, destaca para el inconsciente popular por la famosa escena en la que la nave espacial se incrusta en el ojo de la Luna. El estilo visual y la creatividad evidente en Viaje a la Luna siguen siendo admiradas hasta hoy, convirtiendo a Méliès en un pionero en la realización de efectos visuales y técnicas cinematográficas.

La película parece segunda en el ranking de Filmaffinity de “Mejores cortometrajes de cine mudo” y tercera en la lista de “Mejores cortometrajes de ficción (no animados)”, con una puntuación de 8.2 sobre 10 en la plataforma IMDB.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *